viernes, 16 de abril de 2010

Pies Ligeros

Corre con tus pies ligeros

Corre hacia el dolor y embárrate de noche
Corre hacia el dolor y córtalo con tus brazos que parecen espadas
Degüella tus sueños
Alcanza la gloria que sostienen tus brazos
Tus brazos que sostienen el cielo

Lucha como si fuera el primer día de tu vida
Siente el sabor a alcohol de cada instante
Alza tu espada a favor de la vida
Olvida el pasado y entrégate con todo a este segundo
Pierde el futuro en el nombre del presente
Piérdelo todo y vive con tu corazón esta batalla.

martes, 13 de abril de 2010

Are you made of stone?

En las tardes como ésta
se me antoja que las piedras
deben ser suaves
cuando nadie me esté
apuntando a los sesos.

jueves, 8 de abril de 2010

Reja para Microbios Eruditos

I

Sobre la mesa hay un clavo
sobre el piso
descansa
el retrato de un matrimonio


II

¡Qué hermosos los botones de reinicio!
¡Qué hermosa vida de cobardes que nos hemos inventado!


III

Cada vez que haces algo estúpido
Cada vez que te quedas callado
y sientes
que tu paraíso interior se derrumba
Siempre ese empuje por decir
como todo tolerante y sujeto de mente abierta
que todo es relativo


IV

El tiempo en números es un gusano
y un abrazo mediocre
¿Dónde están las ganas de comer
por hambre?

martes, 6 de abril de 2010

Sobre los Cientistas

"(...)De aquel tiempo (las cruzadas) proviene ese tipo de cientista que cree en la unificación de los hombres mediante la Ciencia, aunque hasta hoy no haya servido más que para mutua destrucción. Esa clase de cientistas que, horrorizados ante los efectos de la bomba atómica —que al fin de cuentas ha sido inventada por ellos— preconizan la unión de los pueblos sobre la base de la tolerancia y el bienestar colectivo. Pero estos cándidos sabios son más eficaces en la fabricación de la bomba que en la realización de esa utopía donde al parecer el lobo estaría al lado del cordero escuchando una clase de Electrónica (...)"

de Ernesto Sábato, "Hombres y Engranajes", 1951.

viernes, 2 de abril de 2010

Jaula de Tortugas

I

El amor
se encuentra lejos
hoy día
también...


II

No hay sueños
sólo despertar
encima de todo.


III

He visto su boca
succionar la vida
He muerto
atragantado en su lengua.


IV

El campo no me pertenece
la ciudad tampoco
Sólo soy dueño
de varios palabras
y de algunas ilusiones.


V

Mi versión de la vida
no coincide con la del viento
ni con la de Dios
ni con ella misma.


VI

Allá afuera vive un hombre
mitad gato
mitad dolor encerrado en una pipa.


VII

No vale llorar
tampoco gritar que se es inmortal
aun cuando lo fuese.


VIII

Fumar
o llenar de nicotina el cuerpo
de un vicio para las tardes
para llenar la soledad.


IX

Dime quién soy
Te prometo que olvidaré las palabras exactas.


X

La soledad no es gloriosa.


XI

Camino despacio
No hay apuro
Quedan todavía algunas liebres descansando
en la posición de partida.

miércoles, 31 de marzo de 2010

Algunos Poemas de los Últimos Días

I

Cuando la fe se agote
y las melodías sean mundos
que giran
alrededor de una manzana de helio
Cuando
No sea nada necesario
para la muerte de los bananos
y Odie
la música vacía como servilleta
de poeta.


II

Diríamos de la noche
lo que un murciélago
del atardecer

de las sirenas que son diosas
que la música es sólo un haz de luz
que no hay palabras
para los alces que gimen

Diríamos
si tuviéramos bocas sin sangre
si tuviéramos la sonrisa de un hombre
y no la confusa pantomima de la libertad
parchando los codos
los hombros y las rodillas

¿Qué diría Dios?
Si acaso existiera

sábado, 27 de marzo de 2010

La Náusea

Ayer terminé de leer La Náusea. No sentí ni la sensación liberadora de algunos libros ni el desprecio y las ganas de ignorarlos de otros. No era maravilloso, mucho menos agradable. Tampoco era un libro al que pudiese odiar de corazón, como a esos libritos inútiles de autoayuda en que un tipo se empecina en encontrarle tres pies al gato cuantas veces sea necesario para que todos entiendan. No era uno de los mejores libros de toda mi vida, ni de lejos; pero hace tiempo que no leía novelas. La última había sido, el año pasado, La Muerte en Venecia. Después de leerlo, tuve la sensación de que ya no quería leer novelas por mucho tiempo.

Aun así, lo leí. Lentamente, o bueno, lentamente durante cien páginas. Las únicas cosas criticables que le encontré, y que le encuentro hasta el momento, se basan en sensaciones, en impresiones subjetivas. Mejor dicho: en una. La que tuve al leer la página final. Era un final inesperado, pero no me liberaba. Tengo la mala costumbre de adentrarme en el personaje, de sentirlo, de intentar comprenderlo. Cuando llega el momento en que éste se libera y escapa de la obra, siento que debo estar ahí, entenderlo. Éste es el punto: No entendí a Antoine Roquentin. No entendí la sensación de su último momento. Dejé de ser el lector animoso por comprender su vida. Me sentí traicionado. No puedo comprender cómo es que el protagonista decide liberarse ¡escribiendo un libro de ficción! Busca su pasado, es cierto, pero no comprendo por qué no se lanza a la vida en lugar de ello. No comprendo por qué decide que escribir le daría un sentido pleno a su vida. ¿Por qué no sale de su casa, por qué no busca otras experiencias, por qué no explora la realidad, las emociones, por qué mejor no bailar, como Harry Heller cuando se lanzó al teatro mágico?

Es su decisión, es cierto, es algo individual. No lo comprendo, simplemente. Puedo decir que así ocurrió, que ha habido causas para ello, pero sólo lo entiendo de la misma forma en que se comprende un ejercicio de matemática o un algoritmo. No puedo evitar renegar cuando veo que eso ocurrió, que decidió adentrarse en un libro personal a adentrarse en la vida más allá de uno mismo. El existencialismo es un individualismo, al final de cuentas. No me había percatado tan fuertemente de ello sino hasta ahora. Ese final toma sentido. Aun así, no lo acepto. Leeré otro libro. Me quedan algunas partes en la cabeza: La discusión con el Autodidacto, la última conversación con Anny, el momento en que comprende la Náusea…

Recomendable, si se logra tolerar el individualismo de Sartre.